Una de las fabulas que mas popularizo Schopenhauer, y que a menudo le gustaba recordar a Freud, gira alrededor de los puerco espines. Estos mamíferos del orden de los roedores, de color oscuro, llenos de espinas y habitos nocturnos tienden a vivir solos. Es decir, que organizan su vida sin participar en ningún tipo de clan. Un talante individualista que se ve truncado con la llegada del invierno. El frío provoca el agrupamiento de estos animalitos para intentar protegerse de sus secuelas. Un habito comunitario que comporta inmediatamente graves heridas a los que lo practican al pincharse mutuamente.
La metáfora sirve a Schopenhauer par expresar la perversidad de las agrupaciones humanas: "La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes". El mismo carácter y un odio parecido por todo tipo de congregaciones que lleva a La Bruyère a afirmar: "Todos nuestros males provienen de no poder estar solos: el juego, el lujo, la disipación, el vino, la ignorancia, la maledicencia, la envidia, el olvido de uno mismo y de Dios". Una desconcertante manera de reprobar la sociabilidad que provoca el efecto contrario que se deseaba.
Aunque me gusta en ciertos casos estar solo no reniego de ningún tipo de compañía, me encanta charlar con los amigos, salir de copas y cualquier otro tipo de ocio.
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Es curiosa la metáfora del puercoespín, e interesante. No la conocía.
ResponderEliminarHace unos años, habría contestado a este post afirmando rotundamente que la soledad es necesaria, que todo humano debe buscarla y acostumbrarse a ella, y que aquéllos incapaces de soportarla estaban condenados a una vida banal.
Hoy, sin embargo, no tengo las ideas tan claras. Y es que me da la impresión de que a medida que cumplo años, menos segura estoy de todo.
Para afirmar, sólo puedo hablar de mí, y a veces ni eso. Por eso, si digo que la soledad me es absolutamente imprescindible, no miento. Si digo que cuanto más tiempo paso a solas, más sola deseo estar, tampoco. Sin embargo, como bien mencionas al final de la entrada, esas salidas, reuniones con amigos, o charlas en alguna cafetería, parece que renuevan las energías, que nos dan vida.
Quizá encuentre la respuesta en que a veces analizo demasiado las cosas; pero siempre es una suerte saber que sólo necesitamos nuestra soledad para seguir viviendo.
Un abrazo, Fly.
A mi me da que en este mundo que nos están montando (no sé quién, pero yo no; eso seguro) lo que se plantea es que uno sea amigo de todo el mundo, de tener infinidad de contactos en internet, de amigos amiguísimos en la red y de gente que supuestamente va a responder a la primera llamada de socorro. Cuando la realidad es bien distinta y lo que ocurre es que nadie quiere quedarse fuera de ese carro en el que se refugia por temor a enfrentarse a sí mismo.
ResponderEliminarCosa esta última que puede ser tremendamente reveladora si se está dispuesto a afrontar lo que se descubra. Y eso a su vez puede hacernos crecer para que revierta en mejorar nuestras relaciones personales.
Como siempre, divago. Espero que perdones mi atrevimiento, Flywheel, pero esto es por decirme que no había aportado nada en tu blog. Tendrás que pedirme que pare, jajajá.
Un beso.
Eugenia.