Una de las fabulas que mas popularizo
Schopenhauer, y que a menudo le gustaba recordar a
Freud, gira alrededor de los puerco espines. Estos
mamíferos del orden de los roedores, de color oscuro, llenos de espinas y
habitos nocturnos tienden a vivir solos. Es decir, que organizan su vida sin participar en
ningún tipo de clan. Un talante
individualista que se ve truncado con la llegada del invierno. El
frío provoca el
agrupamiento de estos
animalitos para intentar protegerse de sus secuelas. Un habito comunitario que comporta
inmediatamente graves heridas a los que lo practican al pincharse mutuamente.
La
metáfora sirve a
Schopenhauer par expresar la perversidad de las
agrupaciones humanas: "La soledad es la suerte de todos los
espíritus excelentes". El mismo
carácter y un odio parecido por todo tipo de
congregaciones que lleva a La
Bruyère a afirmar: "Todos nuestros males provienen de no poder estar solos: el juego, el lujo, la
disipación, el vino, la ignorancia, la
maledicencia, la envidia, el olvido de uno mismo y de Dios". Una
desconcertante manera de reprobar la
sociabilidad que provoca el efecto contrario que se deseaba.
Aunque me gusta en ciertos casos estar solo no reniego de
ningún tipo de
compañía, me encanta charlar con los amigos, salir de copas y cualquier otro tipo de ocio.