viernes, 6 de noviembre de 2009

TEODORO NILSTROM

Teodoro no era agradable a la vista, su sola visión no gustaba a nadie, ni siquiera a sus familiares hasta segundo grado de consanguinidad. Su nariz respingona se alzaba muy por encima de su frente de cochinillo. Su anormalmente elástica piel de color verdoso era lo bastante gruesa como para dedicarse a la política sin afectarle lo mas mínimo.
Era así porque hacia millones de años, cuando sus antepasados salieron de los primitivos mares (mas bien de ciénagas estancadas) y se tumbaron jadeantes en las playas vírgenes del planeta... Cuando los primeros rayos de sol iluminaron aquellos cuerpos, fue como si las fuerzas de la evolución los hubiera abandonado allí mismo, volviéndoles la espalda, disgustados y olvidandolos como a un error repugnante y lamentable. Algunos de ellos no volvieron a evolucionar, algunos incluso no debieron haber sobrevivido. Teodoro era una muestra de ello.
El hecho de que sobrevivieran es una especie de tributo a la obstinación, a la fuerza voluntad, a la deformación cerebral y sobretodo a la demencia que habitaba en los cerebros de tales criaturas. ¿Evolución? Se dijeron ellos mismos. ¿Quien la necesita? Y lo que la naturaleza se negó a hacer por ello, lo hicieron por si mismos hasta que pudieron rectificar las groseras inconveniencias anatómicas por medio de la cirugía. Pero mientras esperaban, los antepasados de Teodoro se dedicaron a capturar, esclavizar y matar a otros humanos. Luego descubrieron el valor de la educación, así fue como comenzaron a presentarse con su nombre de pila y los apellidos maternos antes de matarlos. Mas tarde, con el tiempo, cansados de tanta rutina asesina, trataron de adquirir conocimientos, intentaron alcanzar estilo y elegancia social, pero en muchos aspectos todos los Nilstrom modernos se diferenciaban muy poco de sus ancestros primitivos. Teodoro era un Nilstrom de lo mas típico, en el sentido en que era absolutamente vil y siempre había odiado comer en cuclillas.
T.Flywheel

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