La Navidad es una época extraña. Como cada año, cuando acaba el calendario comienza a precipitarse un alud de emociones que ahoga la consciencia y nos deja indefensos ante la retahíla de tópicos que se destapan en esta época. Del saco de Santa Claus (maldito yankie), como de la caja de Pandora, salen todo tipo de males que se esparcen por la Tierra: comidas pantagruélicas que reunen a toda la familia bajo un mismo techo, un delirio consunista insoportable, la zafia excrecencia de bondad sintética y una especie de maleficio que me obliga a rememorar el pasado sin querer. La Navidad es una fiesta para intentar rehuir la soledad substancial de la vida. Un remedio inconsistente trenzado de caricias y halagos que no tiene suficiente fuerza para ocultar el abandono de la existencia.
                                                                               Josep Muñoz Redon
Espinoso asunto, la Navidad.
ResponderEliminarLo importante de la Navidad es que no te afecte, y poder hacer de ella lo que uno quiera.
¿Más buenos? No tenemos porqué sentirnos más buenos (ni más malos) en esta época. Tampoco tenemos que visitar a quien no queremos. Yo, desde luego, no lo hago. Sé que se me critica, pero es que no me llega la hipocresía para tanto.
Los Reyes, sin embargo, sí me gustan. Me encanta eso de pedir lo que uno quiera y que, a veces, te lo traigan.
Ánimo, son sólo unas pocas semanas; y siempre puedes cerrar los ojos y hacer como si no existieran.
jeje, bueno, pues muchas gracias Fly.
ResponderEliminarQuería preguntarte si te importa que incluya tu blog entre los enlaces que tengo en mi página. Así me sería más cómodo acceder aquí para leerte.